El canto de las luciérnagas. A propósito del próximo Encuentro Nacional de Composición Musical

El Encuentro Nacional de Composición Musical -su sexta edición- ya está en marcha. Este importante evento verá la luz del 9 al 13 de septiembre. Mientras tanto, recuperamos una reflexión sobre la edición anterior, escrita por nuestra docente Ángeles Djamgossian.

El canto de las luciérnagas

“Las luciérnagas que creías extinguidas empiezan a
regresar. Vi una, anoche, después de tantos años. Y lo
mismo ocurrió con los grillos: durante cuatro o cinco años no
los escuché, y ahora las noches están inmensamente
henchidas de su canto”

Leonardo Sciascia-El caso Moro (1979)

El 5to Encuentro Nacional de Composición Musical albergó una semana intensísima donde compositores invitados, intérpretes de reconocimiento internacional, grandes maestras y maestros (con mayúsculas y bien argentos) convergen en la Patagonia junto a los de acá, jóvenes compositoras, compositores, estudiantes y docentes para exprimir el tiempo en un concentrado de ensayos, obras inéditas, clases magistrales y mesas de debate.

Conversaciones trascendentales entre los mates pospandémicos generaron espacios más allá de los pautados, espacios valiosos por su propia gestación, fruto de la necesidad y la urgencia de estos tiempos que transcurrimos.

La importancia de las vivencias en la holística del proceso educativo es clave para abordar cualquier especificidad técnica, instrumental o teórica, en un hacer cuerpo lo intangible. Los espacios de creación y reflexión son formadores de experiencias trascendentales para el aprendizaje significante y continuo.Cuando además estas experiencias se comparten con los otros, atravesándolas juntos, me atrevo a decir que el crecimiento es exponencial.

Me conmovió especialmente observar a las diferentes generaciones abordando problemáticas, pensando, debatiendo, explorando las posibilidades infinitas que el sonido ofrece, ávidos de compartir lo
descubierto, los caminos delineados.

Encuentro de composición musical

El reconocerse en la mirada del otro, aunque se hubieran encontrado allí, en ese instante por primera vez, me trajo a la memoria un angustiante artículo de Pasolini, “La desaparición de las luciérnagas”. En un momento relata con pesimismo abrumador la desaparición de las luciérnagas, desgarrado porque
los hombres de su tiempo, que recuerdan la luz fulgurante de las luciérnagas y los bellos sentimientos que su contemplación despierta, ya no podrán reconocerse en los nuevos jóvenes, sencillamente porque éstos no las han conocido.

En estos tiempos demenciales, donde se estremecen ante el espanto los derechos que ya creíamos nuestros y ganados, creo necesario y casi imprescindible revalorizar cada manifestación de resistencia, de conformación de identidad, más allá de las fronteras que pretenden separar lo naturalmente
inseparable.

Estoy convencida que en el crecimiento y la convocatoria creciente de cada uno de los Encuentros late la esperanza de que el arte no sólo es posible, sino necesario para dar frente al exterminio.

Cantemos, soltemos al viento nuestros sonidos y con nuestra humilde luz de luciérnaga sigamos iluminando hasta los rincones más inhóspitos de la tierra y el alma.