«300 millones»

Ricardo Piglia sostenía que mil personas podían corregir una página de Roberto Arlt pero ninguna de ellas podría escribir una página como él. Capaz de ver la tormenta encendida en la cabeza de un fósforo prendido, dueño de sí mismo como pocos para resguardar una relación con el lenguaje al punto de hacerlo parir formas nuevas sin cesar y escenas inimaginadas hasta él, Arlt es el oráculo de las almas en pena en un país donde la modernidad se implanta con su terror pero sin sus mieles. Antes de que hubiera Golpe de Estado alguno en Argentina, le hizo decir a uno de sus siete locos en la extensión de una carilla escrita a máquina, el plan sistemático insuperable para voltear gobiernos y arruinar la voluntad colectiva en manos de los pequeños traidores de guerras municipales. La sonda de su perspicacia medía como ninguna las profundidades de los espíritus en el Río de La Plata… como cuando una luz encendida, una cama sin deshacer y la osamenta-carne-piel entreverada en los fierros de un tranvía, le permitieron ver el desconsuelo del desarraigo en la joven migrante suicidada para la que la vida no resguardó ni la fantasía de 300 millones.

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