Bandas Sonoras

Vamos a empezar con una pregunta ¿te pasó alguna vez que mirabas una película y te sentías capturade por algo que tenía tu corazón en sus manos, o tus vísceras comprimidas, o tus brazos tomados… o tu pecho henchido y tus piernas lánguidas? Bueno, viste que al ratito nomás te das cuenta de que es el sonido!… hay un instante en el que te das cuenta de que estabas envuelto en un ambiente cautivante que te atrapó por un lugar que no soles ver… tus oídos. Por eso, “oid mortales”.

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Bandas Sonoras: «Garden State»

Garden State es una película independiente rodada en 25 días que escribió, dirigió y protagonizó Zach Braff por falta de presupuesto… nah… sino porque muchas veces cuando hay algo que se quiere decir hace falta estar muy presente (como así también cuando hay algo que se quiere decir hay que estar muy ausente para que el sentido emerja más allá del aura de una persona, su cuerpo y su voz)… va, capaz que le faltaba plata… no lo sabemos. En 2004 cuando querías ver algo sobre lo que habías escuchado al pasar en una charla de bar o en una tarde viendo como pasan las horas en una casa con amigues, ponías a la mula a trasladar 0s y 1s de una terminal a otra y veías, cada tanto, la barra verde completarse con la carga del paquete de datos. Cuando se terminaba abrías un reproductor crackeado y la luz azul te traía al fin lo bueno que se había hecho al otro lado del mundo. Hay una historia sobre el ingreso a este siglo que se repite con eterno retorno: las almas solas que caminan la ciudad con el espíritu partido en busca de un remedio emocional que sane las heridas de una guerra en la que hasta el momento no hemos conseguido obtener una batalla a nuestro favor. Pulverizados los sueños colectivos con la maza neoliberal que nos da el mundo como visión de horizonte y nos lo quita sin posibilidad de obtener siquiera una isla para naufragar, las cosmopolitas personas de este mundo avanzamos con rivotril y clonazepam como nafta para atravesar los días… hasta que un día hay que volver a casa, como en La flor de mi secreto, para rehacernos y re-existir sanando las heridas, permitiendo las cicatrices y todo, perdón la cursilería, por el amor de alguien que nos toca con su mano la mejilla.

Bandas Sonoras: «La increíble vida de Walter Mitty»

La increíble vida de Walter Mitty se filmó dos veces a partir del cuento The Secret Life of Walter Mitty de James Thurber publicado en 1939… como si la evasión de la vida diaria por medio de imaginar epopeyas fuese necesaria desde hace mucho tiempo en nuestra cultura, inerte y estéril para ofrecernos experiencias de emociones vitales. Cuando el tiempo de la responsabilidad se convierte en un frío estacionamiento de cemento gris, las historias en cinco minutos que el rock nos da son el refugio hacia la ventana abierta para salirnos de un reloj en el que los segundos caen como una gota oleosa que se pega en la conciencia. Compuesta por eternos jóvenes, poetas de la posibilidad remota en busca de que la burocracia del mundo no los trague con sus bocados glotones, la banda de sonido de la versión dirigida e interpretada por Ben Stiller te pega un batazo en la cienes para teletransportarte hacia la libertad de un paisaje que se recorre en una tabla con ruedas mientras el viento te da en la cara y los sonidos del mundo abierto se entrelazan con canciones que inspiran a querer… por eso, tomá tus pastillas de proteínas y tu casco de metal para subir al tren de las cinco de la tarde, que viene cargado de muchas ganas… un dato: integra la selección de temas José González, un sueco hijo de argentinos adorador de Silvio Rodríguez que se crió en el norte lluvioso cuando sus padres escaparon de los viejos dinosaurios macilentos (ya lo sabemos… información chauvinista, pero nos gusta sentirnos más cerca de las cosas que nos gustan).

Bandas Sonoras: «El Ángel»

El Ángel de la muerte irrumpe en la memoria que retiene las crónicas policiales rojas que tiñen con sangre las páginas de diarios y portales. En Argentina la tragedia política arraiga con más fuerza que los crímenes particulares porque somos una sociedad donde la individualización de las personas no se logra del todo gracias a la construcción social del “Pueblo”; que pugna por ganarse un lugar en la escena pública en busca de la justicia arrebatada… de este modo, subliminamos muchos de nuestros aconteceres como consecuencias de fuerzas sociales y políticas en pugna, pero jamás como la opresión cotidiana de un sistema que nos violenta con su individualización consagrada en las libertades individuales… por eso, frente a la frustración, no solemos agarrar una pistolita y algunas ametralladoras, tal como ocurre en la “tierra prometida” del norte, donde la vida cotidiana es una crispación al borde de la crisis de nervios, y salimos por ahí en matanzas desquiciadas de quienes hasta ayer fueron nuestros compañeros de banco, de oficina, de obrador y demás… Pero cada tanto, como un recuerdo que permite decir en alguna charla: “sí, claro, el asesino serial desquiciado de Robledo Puch”, el Ángel vuelve. Y cómo ocurre desde hace algunas décadas, cuando la música se convirtió en la experiencia masiva promovida por la radio, la tv y demás formas de la industria cultural, la historia reciente tiene una banda de sonido hecha de las canciones de una época y sus artistas para contarnos cómo éramos.

Bandas Sonoras: «Cuphead»

Chad y Jared Moldenhauer​ son dos hermanos canadienses que saltaron al gran mundo de los videojuegos multiplataforma en 2017 con el lanzamiento de Cuphead. Las innovaciones tecnológicas para producir estetismos fueron muchas veces concebidas como la degradación cultural por parte de los defensores sacrosantos de las artes consagradas, pero cuando del otro lado hay dos personas que hipotecan sus casas para dedicarse mañana, tarde y noche durante más de siete años para producir el videojuego soñado, es indiscutible creer que nos dieron la creación de una obra nacida de sus manos al modo en que el director arranca los sonidos de una cuerda de violines Stradivarius. Cuphead es un videojuego de plataformas de scroll lateral en 2D de género “run and gun” del tipo «shot ‘em up»… corre como su hubieras visto la luz mala y agarrá lo que puedas en el camino para llegar a darte de bomba con el boss cuando llegués al final del camino infernal. Como tributo a una época de creaciones delirantes y surrealistas, el juego obtuvo en una animación nipona del ´30 los personajes y grafismos que inspiraron la forma para la epopeya de los héroes en carrera; y fue Kristofer Maddigan, percusionista de orquestas consagradas en el país al norte del norte, en el encargado de componer una una banda de sonido de tres horas traídas de los años locos del ´20 y ´30, cuando el jazz se convirtió en una pared de sonido para cobijar las libertades.

Bandas Sonoras: «¿De quién es el portaligas?»

¿De quién es el portaligas? es el segundo largometraje realizado por el músico argentino Fito Paez, quien concibió la idea en un viaje de 8 horas desde Nueva York a California, al escribir una escena que durante muchos años usaba como relato para provocar la risa en las reuniones. Como un artista consciente de lo necesario que es provocar a la industria cultural para que cobije el trabajo de músicos, actores, maquilladores, y todos los demás que participan de los productos audiovisuales, decidió rodar la película en Rosario, su ciudad natal, y convocar decenas de artistas. Dejó en la imaginación creativa de Gonzalo Aloras la composición de la banda de sonido y este referente del pop rosarino cumplió con creces la tarea de crear una atmósfera que reconstruyera el humor de la primavera democrática en una gran ciudad, cuando las sombras de la noche se habían retirado de la calle y la música, las deshoras y los consumos ilegales empezaron a ganar terreno.

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Bandas Sonoras: «Perros de la calle»

Quentin Tarantino tiene una respuesta interesante a la pregunta “¿fuiste a la escuela de cine?”; él suele responder “fui al cine”. Cuando se escucha su nombre la imagen acústica reconstruye a un director enorme con una trayectoria de cientos de películas… bueno, no son tantas, es más, son pocas en relación a la dimensión de si figura… el tema es que son muy buenas. Todas y cada una creadas como tributos y parodias a la historia cinematográfica y televisiva californiana, condensan de manera creativa la cultura masiva, la transposición popular y la realización críticamente razonada con la potencia expresiva del lenguaje audiovisual. “Perros de la calle” iba a ser una película de bajo presupuesto, sólo contaba con treinta mil dólares para su realización, pero un productor obstinado y sabueso, capaz de oler una potencia brillante, hizo llegar el guión a Harvey Keitel, quien logró ampliar el presupuesto a un millón doscientos mil dólares y atraer el interés y compromiso de muy buenos actores del mainstream hollywoodense. Resultado: la mejor película independiente jamás realizada (y si bien puede ser cierto, tenemos que decir “bah, según la revista inglesa británica Empire”, dedicada a promocionar contenidos de habla inglesa… y como sabemos, los ingleses lanzados al mundo son genocidas sin código que se apropian de todo… y esto quizás les haga perder algo de peso para la afirmación anterior); pero sin más deriva: Alta Película en la que la banda de sonido hace el contrapunto dramático a lo que se ve en pantalla.

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Bandas Sonoras: «Melody»

Melody fue un fracaso de taquilla en los países de habla inglesa en 1971, sobre todo en el mercado cinematográfico inglés y norteamericano… y eso habla de algunas cosas: a los blancos, sajones y protestantes les cayó como mano pesada de boxeador que un Paqui haya inventado en la narrativa posmoderna audiovisual “el amor pre-adolescente”. En el viejo mundo de los adultos/adúlteros en el que los “mayores” mandan y son paradigma de vida, les entró con la mirada de un exponente de los márgenes, un indio no inglés triunfante en Londres, el amor de los jóvenes en la mañana de sus vidas. A los grandes en sus imperios se les movían los cimientos y las muelas cuando una historia no los tenía como protagonistas, y además, se sospechaba de ellos y el mundo de infidelidades, guerras y traiciones que supieron construir. Lanzados a consumar las ganas les pibites celebran su casamiento pagano en el que la mejor versión del amor posible corre por un campo de centeno siempre al borde del abismo. Algo para comprender: les imperios del five o´clock tea no saben hacer el amor.

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Bandas Sonoras: «Un tango más»

Germán Kral estrenó “Un tango más” en 2015 tras haber partido de Buenos Aires en 1986 con destino a Alemania. Para un porteño nacido y criado hay un pregunta que no se puede evitar ¿Te podés ir de Buenos Aires?… y sí, fueron varios los que dejaron el puerto y Ezeiza en más de una ocasión; pero al mismo tiempo, poseedores de una nostalgia de fantasmas bailarines, no se pueden ir jamás de la ciudad de la furia. Quienes caminan por corrientes y esmeralda están tocados en el alma por un pulso que resuena en un abrazo que se siente firme en el pecho y en la espalda, y cae hasta los pies que danzan como sedas en la superficie del agua. De martes a martes, desde la mañana a la madrugrada, cerrando las ventanas que arrastran el sol, vibra en la ciudad una orquesta en la que se conjuran los amores y las pasiones de la piel entrelazada. Quizás no lo sepas, pero el tango te espera y si te dan ganas de correr la cortina, acá podés bailar un tango más play.cine.ar

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Bandas Sonoras: «Amelie»

Amelie le sonrió al mundo en el año 2001… ¿surgió como la premonición de una necesidad que se haría sentir?… como si al ingresar al nuevo siglo, Ella, construida en la imaginación de Jean-Pierre Jeunet junto a Guillaume Laurant y Audrey Tautou, sabía que tenía que traernos un pequeño milagro cada día en un mundo que había perdido el rumbo… o tenía un ticket a la caída de los siete infiernos. Para que la vida deje el café, monte su bicicleta y recorra los barrios de Montmartre en un baño de luces voladas desde los rayos cromados Yann Tiersen compuso los pequeños valsecitos que mueven sus pies desde el pecho. Como sabemos que estás conectade a internet, te pedimos con gratitud, que luego de escuchar el podcast vayas a www.yanntiersen.com y busques la versión oficial del video Rue des Cascades incluida en el Album Portrait para que en el murmullo de un día común interrumpa el martilleo de las cuerdas.

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Bandas Sonoras: El Pianista

Alguna vez un piano sirvió para salvarse de la solución final del horror. La violencia de un asteroide pegando en la superficie de nuestro planeta no es inmoral… incluso es cósmica o caótica… como gustes. Frente a la inconcebible violencia de nosotros mismos contra nosotros mismos a Władysław Szpilman lo salvó la belleza de Frédéric Chopin y Richard Wagner… belleza cuando el mundo se hunde… algo así como Charly componiendo los Dinosaurios frente a los criminales de nuestra matanza doméstica. Roman Polanski, quien atravesó los campos de la muerte a los siete años (nada que los excuse por ser un violento de género y violador), logró junto a Adrien Brody hacerle justicia a la historia y llevar al pianista de Varsovia a las pantallas del mundo para no olvidar.

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Bandas Sonoras: Las canciones de Almodóvar

Pedro Almodóvar suele vincular a los personajes de sus películas con la música, o de manera más precisa a alguna canción de la banda de sonido, más allá de que esta funcione como leitmotiv. Tres ejemplos caprichosos traídos rápidos a este post: en “Hable con ella” Almodóvar provoca la escena de una velada, en la que todos hubiésemos querido estar, a la que asiste Darío Grandinetti y escucha cantar a Caetano Veloso “Cucurrucucu Paloma”; en “Volver” cuando hace cantar a Penélope Cruz un tango de Lepera y el Zorzal Criollo aprendido de niña con la enseñanza de su madre en versión de rumba; en “Tacones Lejanos” cuando Marisa Paredes, tras besar el piso con un rojo carmesí, entona “Piensa en Mí”. Cada tanto siempre pensamos en Pedro.

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Bandas Sonoras: «Una historia sencilla»

El asunto es así: un viejo granjero de Iowa en Estados Unidos (no el de las guerras, sino el de las personas comunes que hacen sus vidas un día detrás del otro) se entera de que su hermano de Wisconsin sufrió un infarto. Sale a la ruta montado sobre su único transporte, su pequeño tractor cortacésped, tras diez años de enemistad porque sabe que es tiempo de verlo. ¿Qué pensamientos, qué rumores empujan el alma de un hermano a través de 500 km a paso de hombre mientras el viejo motor traquetea sin abandonar? David Lynch y Ángelo Badalamenti capturan del viento los sonidos de ese rumor y lo ofrecen como tesoro consagrado a quien preste su oído y vea pasar por la ruta un viejo y pequeño tractor verde.

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