«El Príncipe de Persia»

El Príncipe de Persia tiene treinta años de vida y existe en el imaginario colectivo global como la memoria de una historia que viene de las “Mil y una noches”, desde la habitación de un palacio en el que la brisa nocturna mueve las cortinas de seda. Ícono de la industria de los videojuegos, impactó en 1989 tras su lanzamiento por los movimientos del personaje protagónico, que con la fluidez de una línea fauvista dejó atrás la cuadratura de los pixeles y provocó grandes aportes en las técnicas de mocap… Jordan Mechner pasó varias horas grabando a su hermano corriendo y haciendo saltos, vestido de blanco tal como la figura central de juego, para lograr movimientos orgánicos que imitaran la vida real. Consagrados en primer lugar como industrias, hoy los videojuegos lograron su ingreso al mundo del arte, y por fuera de detenernos en cómo definirlos, es innegable que son la experiencia sensible de millones de personas en las últimas décadas… y todo parece señalar que la tendencia de su producción y consumo seguirá creciendo gracias a la convergencia digital y el desarrollo de contenidos audiovisuales de plataforma con acceso a demanda por parte de los usuarios… porque si bien antes había que prender la computadora y escribir el comando en el DOS para jugarlos (con la sensación de ser un hacker de fin de semana), hoy alcanza con deslizar el dedito por la pantalla para que se abra un mundo de aventuras virtuales… algo que hacen hasta niñes de año y medio (hechos pelota desde pequeños… cuidemos a los pininos).