Lo que nos dejó Playing For Change

DSC_0320 copiaCorrían apenas algunas pocas horas del miércoles 4/11 y la noticia llegó. Playing For Change llegaría al IUPA, firmaríamos convenio con una fundación intermedia y se abriría en Paso Córdoba la primera Escuela Playing For Change del país, acá en la Patagonia., acá, en una semana.

Pero la euforia y la alegría no pueden nublar el juicio cuando se producen ésta clase de espectáculos. Llamadas, mail’s que van y que vienen se fue construyendo la antesala de lo que fue para la universidad, para la ciudad, para la escuela ERAP, un día histórico.

Pasaron los días e íbamos cerrando detalles, midiendo la temperatura de la recepción pública de la presentación de PFC. Sabíamos de la masividad de sus producciones y su flujo por millones en las redes sociales. Algo anunciaba una noche única, a sala llena, y en ese marco ideal se fue produciendo.

El público lo hizo real y la villa de las artes el miércoles 11 estaba sitiada por más de 800 personas que aguardaban por un espectáculo quizás irrepetible. Al menos en el corto plazo. Familias completas, abuelas y abuelos con nietos, madres, padres e hijos e hijas, estudiantes, músicos, artistas y gente de la más variada fue haciendo una cola de más de dos cuadras.

Afuera estaba prevista una pantalla gigante para aquellos que no pudieran ingresar al concierto, la calle San Luis anegada les daba la tranquilidad de un pasaje peatonal.

Roger Ridley le respondió a Mark Jonshon tiempo atrás, yo toco en la calle por que “estoy en el negocio de la alegría”. De allí nació PFC y esa esencia se mantiene, en el show quedó demostrado, en su andar quedó plasmado, en la bondad de cada uno de sus integrantes.

Clarence nos decía “yo he visto el cambio en Bangkok, un pueblo muy violento para los chicos, y estoy orgulloso por eso”. La escuela PFC les cambió la vida.

Titi desde Sudráfrica, nos daba un golpe de realidad: “en nuestros pueblos los chicos no pueden, no tienen la oportunidad de estudiar y Play For Change es una gran oportunidad para ellos”.

PFC es un movimiento creado para inspirar y conectar al mundo a través de la música, ya que ésta tiene el poder de romper las barreras y superar las distancias. Y eso hacen e hicieron en sus jornadas patagónicas. Abrieron una escuela, cantaron en cada lugar que fueron invitados, sonrieron, se brindaron con total pasión y disfrutaron de todo ello.

El concierto fue el broche de oro, la tierra parecía estar de acuerdo y toda tormenta se disipó rápidamente. La alegría desbordaba a la banda, salían del hotel a mirar la cola interminable de gente que los esperaba. Subieron al escenario encendidos, saltando y bailando dirigieron la batuta e hicieron vibrar al público. Hasta se animaban a un castellano forzado en pos de que esa vibración recorriera a cada uno, que se metiera en cada una la alegría del lenguaje universal y les corriera por la sangre esos ritmos mixturados de todo el globo terráqueo. Y así fue, la gente bailó, cantó, sonrío y saltó al compás, canción por canción.

Foto cabezal: Gentileza PFP / Carlos Mir
Foto Interior: Horacio Martín Díaz (IUPA)