Lorca y Cohen

Federico García Lorca y Leonard Cohen resultan ser dos “hermosos ganadores” si concebimos que la belleza transgrede los límites de un poder nacido muerto, gris y frío como el estacionamiento de un shopping, y restaura sensiblemente para las personas la experiencia de unos mundos moll bé, moll bonic. Hubo un tiempo en el que los artistas murieron de sobredosis, y hubo un tiempo anterior en el que a los artistas los mataron las dictaduras por sus obstinadas inclinaciones a las verdades que se oponen… que se paran frente a los viejos de traje que entregan placas de honor en auditorios de aplaudidores, y conservan en casa cadáveres en las alacenas de maderas henchidas por la sangre fresca. De su visita a Nueva York, Lorca sostuvo que los ingleses se dedicaron a construir con fuerza de acero “una civilización sin raíces. Han levantado casas y casas, pero no han ahondado en la tierra”. Nos gustan quienes nos invitan a un baile de salón tras labrar el surco, porque en ese movimiento se aprende que la vida es más que un alto rascacielos de quinientos metros. De modo que take this waltz.

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