Un dúo musical impensado

El encuentro fue fortuito. Impensa2, el dúo compuesto por dos estudiantes de Música de IUPA, nació al sentir una “conexión musical” tras algunos encuentros -uno en una presentación de un coro, otro en una juntada informal-.

El encuentro fue fructífero, también: el dúo finalizó recientemente de grabar tres de sus temas en un estudio de grabación profesional, y se prepara para más presentaciones en vivo.

A Impensa2 lo integran Agustín Barros y Diego Almeyda, intérpretes, compositores, que hoy pueden lucir Sueños de papel, Distancia y DerWaal editados en calidad profesional, gracias a un fondo económico otorgado por el Instituto Nacional de la Música (INAMU), en el marco de los Fomentos Regionales 2023.

Esta posibilidad apareció luego de trabajar acompañados por Sinergias, Laboratorio de Gestión Cultural del IUPA. El dúo fue uno de los cinco proyectos seleccionados en mayo para las tutorías, un espacio de acompañamiento de Sinergias.

Agustín Barros (25) nació en Andacollo, Neuquén. Desde pequeño acudía normalmente a la iglesia, donde también participaba del coro. “Para mí, eso era jugar”, dice. Allí vio un piano por primera vez. A sus doce años pudo probar un teclado, uno prestado por una amiga. Ese coro que lo albergó en su infancia fue su primer acercamiento musical y donde, además, aprendió a improvisar. 

La vida lo llevó a estudiar una carrera más tradicional: Agronomía. Simultáneamente, empezó a escribir música. La ingeniería agronómica no era lo suyo: “Sufrí tres años”, bromea.

En eso andaba cuando surgió una posibilidad de conocer Europa. “En 2019 me surgió un voluntariado en Alemania y regresé en 2021”, comenta. Hoy estudia la Licenciatura en Dirección Coral y también Canto lírico. Si vuelve a Alemania -promete- es para dedicarse a lo que ama: la música.

Por su parte, Diego Almeyda (22) nació en Concepción, Chile. Viene de una familia de artistas, aunque en algún momento se anotó -e inició- una carrera en Ingeniería, estudio que implicaba mucha dedicación. “Entré en un momento de depresión porque no podía hacer música”, recuerda.

Así, evaluó ir a Santiago de Chile para dedicarse a lo que quería, pero estudiar allí resultaba muy oneroso. Unos parientes por parte de su padre residían en Roca, y así Diego desembarcó en esta ciudad. Conoció IUPA, le gustó “la gente” y tomó la decisión de quedarse.

Actualmente, es estudiante de violonchelo dentro de la Licenciatura en Música Popular, aunque su vínculo con el instrumento se remonta a su adolescencia. «En 2013 entré a tocar cello en una orquesta inclusiva de la Corporación de Ayuda al Limitado Visual». En 2019 se dedicó a tomar clases de guitarra y piano. Según Diego, con el cello se dio un camino de oficio, si bien en 2017 lo destinó a estudiarlo en un conservatorio. Finalmente, en 2020, se inscribió en IUPA.

“A mí me gustó su música. Le pedí, en ese entonces, que me grabara unos temas. Luna (de Zoe) nos unió. Creo que hubo una conexión musical”, rememora Agustín.

El dúo hoy transita por una etapa de mayor solidez; han realizado varios shows íntimos y comparten también su material en Youtube. “Primero buscamos musicalidad -señala Diego-. Agustín tiene mucho motor para las letras, y yo me centro en lo musical, trato de complejizar lo que estoy abordando”.

En esos primeros encuentros entre ambos surgió el nombre del dúo. “Estábamos manijeando y nos pusimos a conversar sobre nosotros. Agustín dijo algo así como que esta amistad y este encuentro fue algo impensado”

Lo más importante -reflexionan ambos- es que son “constructores” en esa búsqueda musical. La definen como “música del mundo”, y es un camino donde hay espacio para la espontaneidad. “La idea es no cerrarnos a ningún estilo”, señala Diego. Agustín agrega: “queremos sonar como lo sentimos”.

Impensa2 tiene un sello, que es el dúo en sí. “Entre ambos hacemos muchos arreglos vocales, y tocamos varios instrumentos”, señala Diego.

“Lo primero que dijimos fue: ‘queremos tener público’, acuerdan. En efecto, hicieron ensayos abiertos, un show en la escuela CET, que gustó mucho.

En ese transitar, surgió Cuento de hadas. Un día viajaron a Andacollo y buscaron un espacio al aire libre para interpretar. “Tenemos una conexión muy fuerte con el paisaje”, aseguran. El video muestra el esplendor del norte neuquino.

También fueron a recorrer y visitar la ciudad natal de Diego. Allí, en Concepción, hicieron una sesión en vivo de tres de sus composiciones: Cuento de Hadas, Distancia y Renacer. 

En septiembre dieron unos shows íntimos en Roca, para reforzar el vínculo, muy cerca de la universidad, donde se reúnen, más allá de sus clases, para las tutorías con Sinergias.

Diego observa, sobre la universidad: “El espacio es único y valorable. siempre habrá cosas que no funcionan, claro. Rescato que hay muy buenos profesores y que es gratuito”, asevera. Y destaca la particularidad de su especialización: no hay violonchelo aplicado a la música popular como carrera en otras casas de estudio.

Para Agustín, la universidad es fuente de artistas. “También rescato la calidad de los docentes: se da con ellos una relación casi personal”, puntualiza, y marca que los espacios de cursado “están quedando chicos”.

El dúo es inquieto, está buscando siempre una vuelta de tuerca más. “Cuando vimos la propuesta y convocatoria de Sinergias, nos presentamos. Nos dio mucho espacio y potencia a nuestro proyecto”, dice Diego. Agustín asiente. La propuesta les permitió “pensar en lo queremos”, suma.

Próximos pasos

Siguen las ideas para los Impensa2. “Queremos hacer un álbum más conceptual, como si fueran cuentos”, arriesgan. Entre sus planes también figura el salto a Europa, en algún momento.

También están pensando en armar otro Impensa2 en Chile, con otros músicos.