Un especial transmedia de Árida revaloriza los 40 años de democracia focalizado en la Patagonia

Es mentira que acá no pasó nada.

Este 10 de diciembre, la Argentina celebró un récord histórico: 40 años ininterrumpidos de democracia. Desde la Patagonia, consideramos una responsabilidad seguir defendiendo esta forma de gobierno y para eso, de nuevo, es necesario mirar para atrás: saber de dónde venimos para no volver nunca más a un régimen tan oscuro, tremendamente injusto y desigual, sangriento.

40 años / Democracia / Patagonia es un especial transmedia en el que distintos espacios trabajaron en modo colaborativo: la revista digital En Estos Días; Árida, la plataforma cultural del Instituto Universitario Patagónico de las Artes (IUPA); el Laboratorio de Periodismo Patagónico; la Universidad Nacional de Río Negro.

A través de crónicas narrativas que tienen su correlato en podcast y con notas de opinión de dirigentes y referentes de la política patagónica, este especial viene a desterrar que en nuestras provincias del sur, durante la época de la dictadura, no pasó nada.

Incluso cada pequeño pueblo de La Pampa tiene historias que empezaron a emerger con la llegada de la democracia para ganar la batalla a la desmemoria. La Pampa tuvo 12 centros clandestinos de detención, más de 300 personas secuestradas, 71 de ellas desaparecidas. No fue una isla.

En Neuquén, a sólo 48 horas del regreso de la democracia, los vestigios de la dictadura que se iba cristalizaron en forma de explosión en una parroquia. El cura Rubén Capitanio no era cualquier cura: al resguardo del obispo Jaime de Nevares, su espacio había sido refugio de víctimas y portavoz de denuncias.

Río Negro fue un destino posible para muchas personas que escapaban de la persecución de los militares. Pero los años oscuros también tejieron tragedias en ese territorio, y silenciaron con sus mecanismos del horror a quienes querían ponerlas en palabras. La vuelta de la democracia puso a poetas y artistas frente a ese desafío: contar el espanto.

La Comarca Andina, en el límite cordillerano entre Río Negro y Chubut, parece ser sinónimo de tranquilidad y armonía. Pero cuatro décadas atrás allí también la dictadura y la guerra de Malvinas se filtraron como un veneno poderoso. Además de implantar la persecución y el miedo, el régimen sembró el germen de los conflictos territoriales que, tras la vuelta de la democracia, iban a marcar a la región hasta hoy. 

Santa Cruz, la provincia de la Patagonia Trágica, estaba acostumbrada a la interrupción de la vida democrática. Hasta 1983 tuvo 17 gobernadores de facto, y ya en 1974, dos años antes del golpe militar, había sido intervenida por Isabelita por ser una provincia “montonera”. La dictadura llegó con un Estado militar provincial ya consolidado, en el que las fuerzas armadas moldeaban la sociedad. Aún hoy hay quienes dicen: “A mí nunca me molestaron”.

En Tierra del Fuego, el 10 de diciembre de 1983 no se eligieron autoridades locales: el gobernador fue designado desde Buenos Aires. Es que la provincia aún no existía, era Territorio Nacional. Su ubicación remota no la protegió de la violencia de la dictadura, ni tampoco de la que vendría después. Allí, en 1995, Víctor Choque se convertiría en la primera víctima de la represión de la protesta social en democracia.

Tanto en Árida, como en En Estos Días, el Laboratorio de Periodismo Patagónico y en la UNRN entendemos que poner este tema en agenda en nuestra región es un modo de abrazar los valores democráticos: intentamos generar un contenido con valor estético y potencia ética, a favor de los derechos humanos, comprometido, situado, que defiende la libre expresión y entiende la información como la posibilidad de formar ciudadanos críticos, capaces de participar y transformar la realidad. Por eso este especial.