Un piano, muchos viajes y un destino marcado

La historia comienza en General Pico, La Pampa. Oscar Constantino tenía 9 años y sus padres compraron un piano para que estudiara junto a su tía, profesora del instrumento.

Oscar estudiaba cuatro horas por día. Un día, la familia se muda a Buenos Aires, y con ellos, el piano.

Tiempo después, por razones comerciales, la familia regresa a Villa Regina. “En aquellos tiempos era difícil encontrar quién le hiciera mantenimiento, en especial afinarlo”, rememora el músico, que en esa época se dedicada a la fruticultura y tenía escaso tiempo para seguir estudiando.

Con la jubilación, volvió el tiempo para la música. En Plottier se encontró con Antonio Scarpello, histórico afinador. Luego, otras circunstancias lo acercaron a Gabriela Guala, actual docente de nuestra institución, con quien tomó clases particulares, y quien lo instó a inscribirse en IUPA.

“Fueron dos años. Los viajes se hacían pesados, y la cabeza para aprendizaje no era la misma”, rememora. “Tuve como maestra a Viviana Scaletta. Imposible no recordarla. Y en ese lapso muchos profesores, con los cuales coseché amistad”, refiere el músico, hoy de 82 años. “El IUPA me dio vida, música, y amigos con los cuales nos reunimos”.

Su piano, que tantas alegrías y vivencias tuvo, estaba predestinado. “No quise que terminara siendo una repisa, por eso creí que tenía que devolver algo de lo que habían dado”, señala. Consultó con su familia y luego se contactó con la universidad. “El IUPA era el destino”, dice.

“Estoy feliz de haber pasado por el IUPA y que mi piano hoy sirva para estudio de nuevos alumnos”, concluye.